Amebaglam, un proyecto de eterno re-encuentro
Amebaglam fue una idea, en un principio una nube, inspirada desde un cambio de alimentación, de la mano del célebre David Wolfe, hacia el crudiveganismo, que me condujo a lo largo de todo 2010 a imaginar, con la mente clara, qué quería hacer con el resto de mi vida, si pudiera inventar cualquier cosa, si pudiera vivir del modo que a mí más me satisfaciera, más me llenara de gozo…cuál y cómo sería.
Así, tímidamente (pero segura de que algo había cambiado desde mi decisión personal de conocer más a mi ser esencial) comenzaron las investigaciones con resina, con escultura, con pigmentos y moldes de variados materiales. Y así, de a poco, la gente fue acercándose, y yéndose, y volviéndose. En ese mismo año también comencé a estudiar astrología.
Al comienzo, de la resina surgieron anillos rudimentarios, luego se fueron incorporando figuras de acción, superhéroes, pero no me resultaba satisfactorio, algo no cerraba, no tocaba el cuore.
Hasta que en 2011 se produjo una especie de manifestación del universo; una noche de taller prendí la radio y había un tipo hablando de “orgones” y energía orgónica, y el orgasmo y la energía potenciadora vital del ser humano y la salud… en fin, interesante pensé. Días más tarde, un amigo me comenta que escuchó por ahí y le pareció muy interesante, la existencia de un aparatito que llaman orgon…una coincidencia pensé, y pasó el dato. Y así varias personas me hablaron de los orgones, como si fuera algo de moda, súbita! Pero no, me dí cuenta de que no estaba de moda, esta gente de diversos ámbitos había escuchado algo al pasar y se había acordado de mí. Hasta que una noche de primavera uno de esos seres iluminadores de camino me mostró el primer orgón que yo había visto hasta entonces. Y así fue que comencé a hacerlos, a entrar en pleno contacto con los materiales, las piedras, a hablarles, a comunicarme con las vibraciones sutiles, y a darme cuenta de que más allá del potencial artístico de fabricarlos, había algo más fino, detrás, que sí me estaba guiando a un propósito superior. Nada trascendental, pero sí verdadero.
En este punto de la experiencia actual (nada extensa pero sí intensa que he recorrido junto al contacto cotidiano con los orgonitos, orgones, orgonitas) me encuentro llena de vida, de calor, y de humanidad. Una creciente ola expansiva ha poblado mi taller, y a todos los que me rodean. Con esto no voy a decir que los orgones son mágicos, ni que van a cambiarle la vida a todos. Pero a mí sí que me cambió desde que aquella sincronía me atajó en la encrucijada vocacional.
Y no sé si haré orgonitos durante toda mi vida, pero sé que son mi trampolín, y que eventualmente me guiarán (junto con el interés personal por investigar sobre su naturaleza y sus posibilidades de diseño y estética, funcionalidad y calidad energética) hacia otras cosas.
La gemoastrología ha aparecido hasta ahora como una vía posible para combinar la astrología con los orgonitos, ya que es totalmente viable fabricar orgones según qué inquietud traiga la persona, a partir de su carta natal y profundo estudio, y desde allí seleccionar las piedras propicias, acompañadas siempre de cuarzo.
Cada piedra tiene una correspondencia con una estrella fija, es decir, con un grado de la rueda zodiacal, y las piedras colocadas dentro del orgón magnifican su vibración, por ello se convierten en talismanes personales, fuentes portátiles de frecuencias que resuenan con cada individuo o problemática que presente, ayudando a detonar algo, a armonizar, a ponerse en marcha, a concentrarse…
La astrología, las orgonitas, la salud, la posibilidad de que otros se sientan mejor y puedan encontrar algo de verdad para sí mismos, parece ser por ahora el mensaje pulsante que el cosmos me ha transmitido, así es que todo ello y todos los descubrimientos futuros son y serán volcados de lleno al proyecto amebaglam, y dispuestos para todo aquel que guste probar su fruto.